Lo que atrae de verdad a nuestro cerebro para medir la atracción interpersonal, se facilitó a los voluntarios un pulsador con el que debían, antes y después de enfrentarse a las emociones de las mujeres, ampliar la imagen de ellas hasta que se encontrasen a una distancia de conversación agradable.
"Este experimento mostró que solo cuando las señales emocionales se envían de manera eficiente, se dispara el sistema de recompensa –incluyendo el estriado ventral derecho y la corteza orbitofrontal del cerebro–, aumentando la confianza y la atracción por el remitente”, apunta el experto.
Por último, los participantes reprodujeron el sentimiento de miedo o pena siguiendo pautas parecidas a las que recibieron las mujeres de los primeros vídeos, pero sin ser grabados. De este modo, el equipo pudo comparar los patrones de actividad neuronal que se produjeron en los voluntarios cuando observaron miedo o tristeza en otra persona, y los que ocurrían durante su propia experiencia emocional.
Los resultados demuestran que la forma de transmitir los sentimientos y de percibirlos varía en cada persona. En el caso de las relaciones sentimentales, los individuos son capaces de identificar mutuamente sus emociones. "La pareja experimenta mayores recompensas de forma individual", comenta Sanders.
En otras situaciones, algunos cerebros son incapaces de descifrar los mensajes que les envía otro, porque cada persona transmite de forma distinta sus sentimientos. Sin embargo, estos individuos pueden empatizar sin problema con otras personas.
"Los cambios en la atracción interpersonal durante la comunicación dependen de la coincidencia neuronal tanto del emisor como del receptor, así como de la confianza que tengan, individualmente, de que lo decodificado es correcto", concluyen los autores.